Relación entre Ética, Ciencia y Tecnología




Relación Ética, Ciencia Y Tecnología.

1. Es el conocimiento sistemático, riguroso, cuyos resultados tienen un carácter universal y objetivo. Hipótesis y teorías sobre la realidad; explicaciones y verdades funda Los hallazgos se consideran válidos hasta que se demuestra algo contrario.

2. •Búsqueda de conocimientos basada en el rigor metodológico •Sistematicidad •Objetividad •Racionalidad.

3. Es la aplicación del conocimiento científico en la solución de problemas prácticos. Hablar de tecnología se refiere a los diferentes objetos (sistemas y técnicas ) que ayudan a satisfacer las necesidades de la sociedad, este concepto se aplica también en áreas específicas como la información, la medicina.

4. La mayor parte de lo que rodea al ser humano forma parte de su vida cotidiana y es sustentado por la ciencia y la tecnología, los televisores, los electrodomésticos, la energía eléctrica, los medicamentos , las computadoras, las máquinas para la construcción, etc.

5.
La relación entre ciencia, tecnología y ética puede considerarse una relación problemática. Si bien desde hace ya varios años se multiplican los discursos acerca de la responsabilidad social del científico y también sobre cuestiones éticas y bioéticas –tanto en espacios académicos como de divulgación científica–, está claro que esto no implica necesariamente una expansión de la reflexión en torno al desarrollo de la práctica tecnocientífica y su orientación ético-política.
6. Entre los términos de moda, el de “bioética” y también el de “tecnociencia” –en especial a partir de la publicación en el año 2003 del libro de Javier Echeverría titulado La revolución tecnocientífica– han ganado un espacio interesante en cursos, publicaciones y notas en medios masivos. Ambos pueden resultar útiles a la hora de avanzar en el análisis, pero a condición de que logren escapar de la banalización señalada.


7. Es interesante observar la función ideológica de los dualismos, como por ejemplo natural-artificial y también leyes-reglas, que refuerzan la ilusión de independencia de un conocimiento científico puramente teórico que luego se relaciona con la materialidad de las prácticas, a través de esa suerte de “bajada controlada” que es la “aplicación”. De este modo se sostienen convicciones o “creencias” profundamente arraigadas en el paradigma epistemológico moderno.
8. Recordemos que el paradigma moderno define a la ciencia como un tipo particular y privilegiado de conocimiento que se destaca por su verdad universal y objetiva, garantizada por una metodología rigurosa que se articula sobre la base de razonamientos lógicos y de confrontación empírica. A esta identificación de la ciencia con el conocimiento, se sigue la afirmación de un modelo lineal de investigación, que comienza por la ciencia básica o “pura” para continuar de modo unidireccional con la ciencia aplicada, la tecnología, la industria, para impactar finalmente en la sociedad.
9. En este modelo, la posibilidad de una revisión ética se reconoce sólo a partir de la instancia de implementación tecnológica, colocando al margen de la consideración ético-política aspectos tan importantes como la elección de los temas a investigar, la metodología utilizada y los diseños experimentales, entre otros.
10. La perspectiva poscientífica avanza en la deconstrucción de los rígidos esquemas dicotómicos que la epistemología utilizó para sistematizar el estudio de la ciencia. En este sentido, hablar de “tecnociencia” implica entre otras cosas reconocer que el conocimiento es esencialmente práctico, y esto no ya por sus aplicaciones posibles sino por su propio proceso de producción.
11. Y no son entonces los predicados “verdadero” y “falso” los que convienen a las reglas. A la hora de evaluarlas emergen otros, más relacionados con la racionalidad deliberativa de la ética y la política que con la racionalidad demostrativa de la ciencia en su versión tradicional. “Bueno”, “justo”, “conveniente” o “pertinente” son algunas de las calificaciones que admiten las reglas, insertas ahora en el núcleo mismo de las teorías científicas, ocupando el lugar de las antes llamadas “leyes”, de modo tal que la teoría misma deviene práctica-teórica.
12. Frente a las limitaciones de declaraciones y códigos, que responden todos ellos a un modelo ético de tono deontológico, que identifica los principios básicos, universales y formales que deben guiar las acciones individuales y colectivas, considero necesario explorar la perspectiva axiológica, esto es, la que identifica los valores que afirmamos en nuestras elecciones y decisiones. Explorar los valores que guían la práctica cotidiana de la tecnociencia y también los mecanismos institucionales que los sostienen y promueven. Pero no entendiendo valores como instancias trascendentes, sino como los objetivos valiosos que define una comunidad dada.
13. El modelo de reflexión sobre la tecnociencia al que aspiro no es reduccionista, ni autoritario, ni elitista, sino todo lo contrario. Se funda en la convicción de apertura e inclusión de los ciudadanos en un debate ético en torno a los objetivos valiosos que elegimos como comunidad para orientar el desarrollo. Una ética basada en diálogo, que promueva la participación de todos los sectores sociales. Porque de la complejidad técnica de un proyecto de investigación no se sigue una igual complejidad para comprender si es bueno, justo, necesario o pertinente desplegarlo en un país, región, o comunidad dada. Esto resulta claro tan pronto comprendemos que los fines u objetivos de una investigación no se reducen a formalismos expertos, sino que responden al modelo deliberativo de la racionalidad ético-política.
14. Se trata sin duda de un importante desafío: el desafío de compartir el poder, aceptando que el conocimiento es un bien público y que por lo tanto debe gestionarse como tal. Es decir que enfrentar hasta las últimas consecuencias los desafíos que plantea la tecnociencia implica construir un modelo alternativo de producción, transmisión y aplicación del conocimiento que haga posible el protagonismo de los ciudadanos en cada una de estas instancias, pero considerados como sujetos activos del debate y no sólo –y en el mejor de los casos– como meros destinatarios de las posibles utilidades y beneficios del desarrollo tecnocientífico.
15. Es el resultado de decisiones que tomamos, o mejor dicho, que otros toman por nosotros. Para que esto último no ocurra, debemos insertarnos activamente en el proceso de producción de conocimiento, decidiendo como ciudadanos, investigadores o profesores, qué valores elegimos para guiar nuestra acción. Está claro que si se trata de valores de participación, diálogo y democracia, así como de equidad y justicia, resistiremos las modas filosóficas que nos esquematizan problemas y soluciones-tipo acerca del desarrollo tecnocientífico. Podremos así avanzar en una reflexión ampliada y una gestión democrática, sin duda más compleja, conflictiva e incómoda, pero acorde con una ética del compromiso que estoy convencida nos incluye cualquiera sea el lugar que ocupamos en el proceso de producción del saber.




Referencias:
                                                  "Ciencia, Tecnología y ética". En: voces en el Fenix.com. Disponible en:http://www.vocesenelfenix.com/content/ciencia-tecnologí-y-ética
"ética y valores /Relación entre la ética la ciencia y la tecnología". En:ANA SOFIA MACHORRO ORANTES. Consultado: marzo 12 del 2015.
"caracteristicas de la ciencia y la tecnología,destacando la relación con la ética". En:marcos carranza. Disponible en:https://youtu.be/MWBJaDUGWzA. Consultado: octubre 28 del 2017.

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